La segunda sesión clasificatoria del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC), volvió a retomar el buen ambiente que vivió en la tarde inaugural contando con nueve agrupaciones tras la renuncia de Gaditanos por el mundo, de Cádiz y El Elegido.
Para oír lo mejor de la noche hubo que esperar hasta el final para disfrutar del pasodoble homenaje que rindió la agrupación que más ovación recibió en la noche La Carnavalera.
Aunque el que abrió cortinas fue el coro mixto de Cádiz, El triángulo, que consiguiese el tercer premio en la final del pasado viernes en el Falla.
Con aires de Siempre Así representan el triángulo formado entre Cádiz, Jerez y Sevilla.
Con trajes de gitanas y con sabor a Feria se presentan.
El coro de Luis Rivero vuelve a demostrar que ser autor de comparsa no va reñido con la calidad de un grupo que aúna fuerza, calidad y afinación.
El tango suena a flamenco y a Nazareno de Santa María al que dedican “a la filosofía de mi tierra bendita de Andalucía”. Recortes, crisis de libertades con desigualdades y derechos humanos con una hipocresía entre un rumano pobre y gitano y futbolistas ricos al que cantan en el segundo.
Los cuplés con el Ikea con suecos y manuales de instrucciones varios, rematan con un estribillo en un triángulo de carnaval con un compás simpático y acompañado por un público que va entrando en calor ante estos flamencos que dan el punto idóneo a una semifinal que va en ebullición.
El recuerdo para Bibiana Aído y sus enchufes en un ministerio con una “miembra” igual de parada que la mayoría.
Una actuación muy trabajada con una musicalidad idónea al tipo expuesto en una representación acorde al tipo y con unas voces que acusa la calle.
Con la comparsa de El Puerto, Los vecino de abajo, actúa la primera agrupación local de la noche.
Estos romanos recuerdan a la mítica comparsa que sacase Diego Caraballo, Los romanos en Cádiz.
En una presentación no demasiado extensa aunque sí con unos vaivenes musicales que encajan a la perfección con la letra y con un forillo amurallado en el que no dudan en “quedarme y no sé si morir y renacer y quedarme aquí en tu templo, y es que aquí lo tengo”.
Una comparsa joven que sale de las catacumbas rompiendo el modelo portuense con la que acostumbra los patrones de una
fuerza no siempre bien entendida. Con mucha sencillez interpretan el primer pasodoble muy crítico respecto a los males
del Carnaval y a la asociación de autores, al que curiosamente, su presidente no se dejó ver por el palco de autores.
Y al que según ellos, “nunca le sale las cuentas” en un Carnaval “que se nos muere”. Muy aplaudido.
Hace un repaso a las comparsas portuenses con un sombrero de cada una de ellas.
Recuerdo al rumano del parque Europa con un estribillo muy chirigotero con su abuela y sus aficiones con el tuenti y con el número de amigos que ésta tiene.
Le siguió la agrupación La fundación, que con un tipo de fundadores de Cádiz, le cantan a los doctores y a la iglesia.
En el segundo, salen en defensa de los que atacan a su pueblo, Andalucía. Para acordarse de Piqué y su relación mediática con la colombiana Shakira que tiene su repaso.
Rematan con un estribillo que no dudan en recordar que “mil veces te fundaría”.
En el segundo, toque a su pareja y a la siempre recurrida suegra.
La primera chirigota de la segunda sesión hace acto de presencia con Los vientrecitos sueltos.
Estos sanluqueños con la danza del vientre sin retorcijones estomacales.
Con más interpretaciones que buenas letras, termina una actuación que se acuerda de la precariedad para poder llegar a fin de mes.
La doble ración sanluqueña llegó con Nunca jamás, una comparsa que da buena muestra en el binomio de autores entre Luis Rivero y Antonio Pedro Serrano, El Canijo.
Se nota la mano de ambos en un conjunto joven que gustó.
Con un tipo muy conseguido, llega Peter Pan desde el país de Nunca jamás, desde la mirada de la inocencia tierna de un niño.
Buena comparsa con pasacalle incluido. Cuplés muy chirigoteros y con un estribillo armónico, lo acaba con el beso de Campanilla.
El cuento va en aumento con una historia que gusta al igual que la actuación, que sin estridencias,
ajusta la fuerza a una letra milimétrica. La dulzura es reconocida con aplausos con una comparsa que sorprendió y bien.
El cuarteto portuense llega de nuevo con una expectación merecida con Las niñas del Zara, que vuelven con estos cuarteteros intentando reeditar el primer premio conseguido el año pasado.
La presentación con música como introducción de Camela realiza una mezcla explosiva al juntar sobre las tablas a una pija, una siniestra, una maruja y una peruana.
Ahí es nada. Agencias y peñas varias presentan a unas coquineras tan dispares que llegan de Vistahermosa o José Antonio.
Reinventan el cuarteto. Nueva sesión de risa con un tipo conseguido con golpes y más golpes localistas, que encuentra en el público al fiel cómplice de una parodia sin desperdicio.
Otro año más, el concejal de fiestas, Millán Alegre, compartió tablas como el año pasado en otro cuplé. Meritorio.
Tienen el honor de hacer gritar por primera vez en el concurso, “esto es Carnaval”.
Se superan por segundo año consecutivo. Apuntan alto.
Tras el ciclón, llegó El laboratorio de la punta del sur con unos científicos con un recuerdo sincero a los niños autistas, para dar paso a la chirigota.
Lo nunca visto, con un tipo de toreros, calvos, con gafas, chinos y bigotes.
Lo dicho, lo nunca visto. Ni oído.
La sesión la cerró el grupo de Raúl Villanueva, La carnavalera, que volvió al concurso tras el excelente sabor de boca dejado el año pasado con El ejército de Cai.
Con la misma fuerza y con un estilo propio logran, otra vez, ser el grupo más reivindicativo e inconformista de todos los que participan.
Su sello encontró en una tienda carnavalera mágica como especiales fueron todas sus letras.
Una a una fueron pasando por el Muñoz Seca aglutinando calidad en cada estrofa cantada.
Responde a las críticas de Los Gitanos que no acudieron el año pasado a concursar.
Hablando claro “a los flamencos que no vinieron al concurso que hay que defender”.
Con el público en pie el primer pasodoble acaba. Lo mejor estaba por llegar. En la segunda letra de mucha categoría, demuestra su estilo señorial en un homenaje sincero a la mítica comparsa Raza Mora.
Aparecen en un escenario a oscuras, y en el centro, Pacoli, Pedrito García, Diego Caraballo, Pelahigo, Albaiceta y Mena.
En respuesta a que fuera Puerto Real, y no El Puerto, el que le hiciera el reconocimiento.
En los dos cuplés hacen referencia a las entradas gratuitas para entrar en el teatro y la cercanía de las elecciones municipales.
Al grito de campeones acaba la sesión y la actuación de una comparsa que sigue creciendo, llevando el compromiso y la crítica por bandera.