Agüita Tapá.
Comparsa con la autoría de Miguel Ángel Zampaña Quintero,
música de David Ganaza Morro y Dirección de David Ganaza Morro.
Representante legal: Miguel Ángel Zampaña Quintero.
• En 2023: Elemental querido Cádiz.
Actuó en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas del Gran Teatro Falla de Cádiz, el 15 de enero, los 4º despues de la chirigota «No hay veneno sin beso».
. . . y en Cuartos de Final, el lunes, 29 de enero, los 3º, despues de la Chirigota «No hay venaro sin beso».
15/01/2024.- Actuación en el Gran Teatro Falla de Cádiz.
Video de su actuación en el COAC del Gran Teatro Falla de Cádiz.
Desde El Puerto de Santa María nos llegó esta comparsa marinera que dedicó su primer pasodoble a presentarse para finalizar con un piropo a Cádiz. En su segunda letra hablan de la hija de su pareja, que pese a no ser suya biológicamente, ha aprendido a ser padre por ella.
Simpática tanda de cuplés en la que nos dejan claro que lo que más odian cuando están en el agua es que aparezca un mojón flotando. El segundo estuvo dedicado a la jura de bandera de la princesa Leonor. Se despidieron con un popurrí que sonó de maravilla, como el resto de la actuación. No podía faltar agua, verdín y arena en la última pieza del repertorio.
La comparsa portuense Agüita Tapá
volvió a destapar su talento en el paso a Cuartos
Había ganas de degustar de nuevo el exquisito producto marinero que este año han llevado al Teatro Falla los conocidos como “niños del Puerto”, jóvenes, aunque sobradamente preparados, que ya se han convertido por méritos propios en la comparsa del Puerto, herederos de una añeja tradición que arranca, más o menos, con Los Bartolos Vagos en 1960 y conforma a lo largo de décadas un brillante y fértil camino de comparsas de la ciudad del Guadalete que ya iba necesitando un relevo generacional.
Embarcados en un trabajado proyecto que empezó en 2019 con “Los Cacerolas,” y al que se unió en 2020 “La cuenta la vieja” –que rozó la frontera de preliminares-, esta agrupación, con letra de Miguel Zampaña y música y dirección de David Ganaza, sorprendió el pasado febrero con “Elemental, querido Cádiz”, y este 2024 acaba de dar un celebrado salto de gigante con su primer pase a cuartos del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas.
“Agüita tapá” vivió el lunes su bautismo de fuego como conjunto a tener muy en cuenta, y disfrutó de la complicidad de un púbico que jaleaba con entusiasmo su presencia desde antes incluso de abrirse las cortinas y asistir a una puesta en escena atractiva y brillante sin exagerar, como para dejar claro que la fuerza de estos desenfadados Poseidones –dioses griegos de los mares- está en lo que cuentan y en lo que cantan, y no en un mareante derroche escénico de musical de Broadway.
Sencillez en el tipo y en la presentación, que en cuanto se derrama por tanguillos conecta con un auditorio que sabe que acaba de empezar un sugerente viaje de veintitantos minutos de la mano de un grupo con desparpajo y seguridad en las tablas más propio de veteranos sesentones que de gente con una media edad de treinta años.
Cuando la mayoría de estos carnavaleros vinieron al mundo ya se había apagado el exitoso fulgor de los mejores Majaras, y estaban aprendiendo a leer en la década en la que los Gitanos irrumpieron, con su fuerza racial, en las maderas del Falla.
Crecieron, por tanto, y maduraron como aficionados en los tiempos en los que las comparsas de la capital acaparaban todos los tronos, y quizá por ello se insista en que su estilo no es portuense; pero solo se entiende esa afirmación reduciendo el calificativo a un par de atributos facilones: porque el sello clásico de El Puerto no eso solo volumen y venas sobresaltadas, sino también compás y melodía, y quien piense lo contrario debería buscar pasodobles de Los galanes, Alegrías de Cádiz, Cantares o Del Puerto a Cai.
El pasodoble de “Agüita tapá”, aun con su deje chirigotero, alcanza la difícil sencillez porteña, seria y armoniosa, de esas piezas que no se olvidan nunca gracias a su nervio memorable, no solo por su justa duración, sino por huir de un barroquismo gratuito, tan propio de Cádiz en los últimos años.
Las coplas de Carnaval nacieron para ser escuchadas y repetidas sin dificultad por el pueblo que las admira y las espera, y no para exhibir prepotentes virguerías de guitarra o trepidantes y operísticos juegos de voces. Lo melódico y lo natural se enseñorea de los pasodobles de David Ganaza, magníficamente escritos por Miguel Zampaña, quien lleva en la sangre la mejor poesía y ha tenido en casa a un buen maestro.
Primera letra dedicada a algunos de los autores de Carnaval más señeros de unas décadas a esta parte; y segunda, al peligroso retorno de la España más rancia: ambas composiciones claras, bien centradas en la temática desde los primeros versos, y plagadas de afortunadas metáforas y potentes imágenes. Cuplés también cortos y con coreografía; los dos chispeantes, alegres, rubricados por Daniel Albaiceta, hijo de una leyenda, Manolito Albaiceta, que este año, ya era hora, va a recibir su más que merecido Antifaz de oro.
Estribillo de categoría, jugando con la alegoría del tipo y rematando con una frase hecha que viene que ni pintada. Y llegamos a la joya del popurrí, uno de los más logrados en su modalidad de este 2024. Si un buen popurrí debe lucir, ante todo, variedad, el de esta agrupación es un despliegue de músicas diversas que arranca, ahí es nada, por alegrías, y en el que se suceden baladas o bulerías con transiciones perfectas, deslumbrantes contracantos y un juego de voces que en ningún momento baja la guardia y que ha ganado, con respecto a otros años, en vocalización y en la compacidad que da una bien integrada voz segunda.
El resultado redondea una inmejorable actuación que un público entregado supo recompensar con justo entusiasmo. Fue la respuesta del respetable a “Agüita tapá”, una comparsa que lanzó en su pase de cuartos un más que claro mensaje: su participación en el COAC 2024 no ha llegado a su fin, ni mucho menos.